Rushdie: “La libertad de expresión está siendo atacada y hay que defenderla”
El escritor angloindio presenta en Madrid su novela ‘Dos años, ocho meses y veintiocho noches’
El día había empezado casi once horas antes. A las 10.09 Salman Rushdie entró en el salón del hotel en Madrid, lo cruzó sonriendo en una lluvia de clicks de cámaras fotográficas, fue a donde le indicaron los fotógrafos, se apoyó en una barandilla, posó y miró como le decían: “aquí”, “ahora a este lado”… y la idea que hay suya en el imaginario de la gente empezó a derrumbarse.
El hombre laureado por obras como Hijos de la medianoche (1980) y perseguido por Los versos satánicos (1988) durante 11 años, escondido y huido de la muerte por una fatwa dictada por Jomeini, se muestró tímido, amable, cercano, muy educado, contento. Treinta minutos después empezó a hablar de uno de los motivos que lo trajo a Madrid: Dos años, ocho meses y veintiocho noches (Seix Barral). Es una obra de ciencia ficción que condensa su vida literaria con una temática inspirada en el presente más controvertido del mundo, en el porvenir de la humanidad cercada de amenazas, con el aliento de Las mil y una noches y el aura del realismo mágico.
Aunque Rushdie (Bombay, 1947) cuente la verdad y la realidad como ficción, esa realidad y aquel pasado que quiere olvidar se empeñan en perseguirlo. El gobierno iraní se lo ha recordado esta semana. Ha expresado a la organización de la Feria del Libro de Fráncfort su descontento por que el escritor angloindio sea el encargado de la conferencia inaugural, el 14 de octubre, y ha pedido a los periodistas de su país y a quienes quieran escucharlo que no asistan.
– No tengo nada que decir al respecto. Si no quieren venir que no vengan, pero yo voy, dice el novelista por toda respuesta cuando en el salón prácticamente queda solo él.
Salman Rushdie vuelve con Dos años, ocho meses y veintiocho noches a sus orígenes como narrador; allá por 1975 cuando con 28 años debutó con Grimus. Fábula y toques de ciencia ficción. Solo que en esta novela se libra una batalla entre “la razón y la sinrazón”, hasta que mil años después la humanidad alcanzará la felicidad.
Como la que sintió el día anterior en el Museo del Prado al ver, otra vez, las pinturas de Goya.
No es una lucha del bien y del mal. Es una especie de batalla entre la razón y la sinrazón. Es una discusión muy humana, y que sucede también dentro de nosotros mismos”
El periplo por los temas de su novela y de su posición frente a la realidad empieza en un carrusel de ideas ante las preguntas de los periodistas que asisten a la rueda de prensa:
“Esta novela es una manera sencilla de describir un mundo que ha ido mal. Es una comedia, una comedia gris, pero comedia”.
“No soy excesivamente optimista de que la humanidad alcance pronto la felicidad como la descrita en la novela. El libro acaba más alegre de lo que creía”.
“El humor puede ser el mejor ataque en este mundo tan amenazado”.
“La gente se sorprende de que escriba libros con humor, y parece ser que este es mi libro más gracioso”.
Salman Rushdie no quiere hablar mucho de cuando vivió cercado por aquel miedo liberado por Jomeini contra él. Ya lo contó en Joseph Anton. Memorias, su anterior libro. Quien quiera saber de aquellos días allí encontrará todo.
“Esta nueva novela es una reacción a la autobiografía. Me fui a otra esquina emocional”.
Siempre he admirado la ciencia ficción. Es un gran vehículo para transmitir ideas. He tardado 40 años en dar la vuelta. Pondría mi novela con la etiqueta de fantasía”
“Sin duda esta novela está influenciada por eventos de la actualidad. El motivo por el que está escrita así es que quería que fuera más que un eco de lo que vemos en la televisión. Quería decir algo más universal”.
“No es una lucha del bien y del mal. Es una especie de batalla entre la razón y la sinrazón. Es una discusión muy humana, y que sucede también dentro de nosotros mismos”.
“Esta eliminación de la cultura por parte de los fanáticos es propia de ellos. Una de sus características es su no gusto por la cultura y las artes. Siempre ha sido así en todas las épocas”.
“Un ensayista estadounidense decía que el puritanismo es el miedo de que alguien pueda llegar a ser feliz. Así el placer se convierte en un acto revolucionario”.
“La libertad de expresión es lo que hace posible el arte”.
“La libertad de expresión está siendo atacada y necesita ser defendida. La mejor manera de hacerlo es ejerciéndola. Escribir lo que hay que escribir; dibujar lo que hay que dibujar”.
“En esta vuelta a mi origen, con Grimus, subyacen las historias con las que me crie. El principio subyacente es el mismo, otra manera de contar la verdad”.
“Siempre he admirado la ciencia ficción. Es un gran vehículo para transmitir ideas. He tardado 40 años en dar la vuelta. Pondría mi novela con la etiqueta de fantasía”.
“Los nacionalismos han sido peligrosos. El nazismo y lo ocurrido en la antigua Yugoslavia son un ejemplo. Pero tengo visiones diferentes. Depende de cómo se asuman”.
“Estoy feliz de haber vuelto a la ficción, es donde me quiero quedar”.
“La ficción es un lugar peligroso. (…). No siempre lo que hay ahí es verdad. Aunque puede generar verdades de la naturaleza humana”.
Después de 76 minutos de rueda de prensa, Salman Rushdie se sentó en un sofá y empezó las entrevistas individuales. Hacia la una y media de la tarde terminó. Se levantó y respondió ante una cámara para un vídeo de EL PAÍS temas como:
“Simplemente creo que el humor es algo muy civilizado. Reírse de uno mismo es uno de los aspectos centrales de cualquier civilización. Los seres humanos aburridos nunca tienen sentido del humor. Los tiranos tienen un mundo sin humor…”.
“No tengo nada que decir al respecto. Si no quieren venir que no vengan, pero yo voy”.
Se refería al boicot que quiere hacerle el gobierno iraní en la Feria de Fráncfort. Ya no quedaba casi nadie en el salón al que había llegado casi cuatro horas antes.
A las 19.50 recibió la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid y empezó el diálogo con Antonio Muñoz Molina:
“Fellini y Buñuel tienen más que ver por cómo me hice escritor y con mi literatura que cualquier otro autor”.
“En esta novela me confíe más que nunca a la improvisación”.
“Lo más importante es que un escritor es tener un buen detector de mierda de tu propia escritura”.
“Siempre me ha gustado infringir las fronteras culturales. Hay que conocer los ambientes de los que se va a escribir”.
“Hay dos clases de novelas: una de todo y otra de casi nada. Esta es de todo”.
“¿Qué por qué el sueño de querer ponerlo todo? Porque somos muy arrogantes”.
“El personaje ficticio más peligroso es Dios”.
“Hay que tener cuidado con lo que deseas. Si el sueño es un mundo decente, sin problemas, puede ser aburrido. Quizá ese es el problema del ser humano: que no queremos lo que queremos”.
“Hemos perdido algo importante en la literatura, y es ese pacto con el lector de la suspensión de la incredulidad”.
“Cuando usas tu verdad para escribir, luego no sabes que es verdad y que no”.
“En mi futuro como escritor no iré hacia la no ficción. Estoy contento de volver a la ficción”.
Eran las 20.56. El diálogo terminó y Salman Rushdie salió a firmar ejemplares de su novela.